El inicio del otoño se evidencia en algunas excentricidades: empieza a refrescar, empezamos a ver higos y boniatos en paradas del mercado y podemos recoger castañas y setas en la montaña. Podemos empezar a oler ese frío que nos pondrá la nariz roja en invierno y acariciar ese aire que, en pocos días, nos dejará piel de gallina.
Aún así, una de las primeras imágenes que se nos aparece en nuestra mente cuando pensamos en el otoño, son los paisajes repletos de hojas de colores marrones, amarillos y rojos. La caída de las hojas y sus colores son una gran atracción para los más pequeños: el sonido al pisarlas, el esconderse debajo de un montón de ellas o el tirarlas por el aire.
Manualidad hecha por un niño de 4 años. |
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